martes, enero 31, 2006

Cap.10. Sonrio.... sigo existiendo?

No comprendo porque la gente se niega a comprender que la infelicidad puede llegar a ser un estado de ánimo natural.
No estoy bien, no me siento con fuerzas desde hace mucho tiempo y no puedo obligarme a mi misma a tomar una fecha del calendario y forzar que mi situación actual cambie a partir de entonces.
Creo, que por primera vez desde que escribo en este "diario", estoy enfadada. Estoy molesta por no saber salir de aquí, quizás también porque en parte no lo quiero. Estoy molesta por caer en un maldito pozo y saber que en el momento en que salga de él, me separaré de alguien que queda dentro. No puedo evitar echarla de menos, no puedo dejar de pensar que no tenía que ser ella, no puedo dejar de vivir ese momento una y otra vez e intentar en vano que el final cambie, que el final acabe conmigo, que el final no me obligue a emprender ese principio que no quiero asumir como mio, que no quiero asumir sola.

Los principios en ocasiones fáciles y en ocasiones tan duros....
Días despues de ese beso, no recuerdo cuantos, sólo que me pareció una verdadera eternidad, nos encontramos.
No habíamos hablado desde entonces, y las palabras no surgieron al tenerla frente a mi. Sólo nos miramos y ante la fragilidad de ese momento, me encaminé hacia ella y cuando estuvimos cerca la una de la otra, la situación pareció recobrar cierta normalidad.
Evitamos el tema mientras compartiamos unas copas en un bar pero después de agotar conversaciones en las cuales ninguna de las dos estabamos interesadas, llegó el momento de poner las cartas sobre la mesa, la verdad, la realidad y los sentimientos de la manera más cruda que se pudiese.
Yo no pude evitar decir que lo sentía, pero tampoco que no era así. Y ella no pudo evitar contestarme que tampoco lo sentía pero que no volvería a pasar.
A pesar de sentir una losa enorme sobre mi, seguimos hablando, reconstruyendo lo que antes teniamos e intentando aparentar que sólo había sido un impulso, que sólo había sido un momento de oscuridad adornado con un beso, nada más...
Ella se iba en pocos días de vacaciones con su chico y Madrid se quedaría más solo que nunca...

viernes, enero 20, 2006

Cap. 9. Besos sin sabor

Ayer, alguien me besó.
Es curioso, ¿en alguna ocasión habeis tenido un beso sin sabor?. Eso es exactamente lo que yo sentí ayer, nada. Ni siquiera cerré los ojos, no suspiré cuando se separaron nuestros labios, no se erizó mi piel, no se aceleró mi corazón.... no como antes me ocurría.
A pesar de ello, no puedo más que agradecer este beso y el abrazo que le siguió lleno de ternura y comprensión.


El primer beso que nos dimos ocurrió cuando teníamos 17 años. Carolina salía con uno de los chicos del grupo, no recuerdo su nombre. Creo que de manera inconsciente olvido a toda persona que ha disfrutado de ella. Su noviazgo y mi anhelo coincidían, hacía aproximadamente 1 año que ambas cosas caminaban de la mano.
Una noche, a mediados del mes de Agosto, nos encontrabamos tomando algo en una terraza del barrio. Todos juntos nos reiamos de tonterias varias y contaban anécdotas los que ya se habían marchado de vacaciones y planes los que aún esperabamos el comienzo del viaje.
En ese momento Carolina, sentada a mi lado, se inclinó suavemente hacía mi, me dedicó una amplia sonrisa y empezó a susurrarme.
Me estaba confiando sus planes de vacaciones, sus planes de futuro, sus planes con él...
Habían alquilado un pequeño apartamento en la playa y despues de muchos intentos y súplicas, los padres de Carolina le dejaban ir con la familia del chico de vacaciones. Según sus palabras iban surgiendo, mi cuerpo sufría en su interior por no ser yo la que ocupase ese lugar a su lado, junto al mar, junto a su cuerpo...
Se quedó callada un segundo y acercó aun más sus labios a mi oido y entonces... ella me lo dijo.
Pensaba acostarse con él durante las vacaciones, compartir algo más que unos días en la playa.
No pude más que intentar disimular como mi cuerpo se estremecía, como mis ojos aguantaban la lágrima que quería salir, como mis labios deseaban decirla que no podía hacerlo, que ella era mia, que ese momento debía de compartirlo sólo conmigo, que nuestros cuerpos estaban destinados a unirse en esa ocasión y en todas las restantes, que en el momento de entregarse sólo yo debía recibirla...

Me empecé a encontrar demasiado mal para disimularlo y me levanté para irme a casa. Carolina decidió acompañarme a casa, estabamos cerca. Ella les dijo que volvería enseguida, que estaba preocupada y no quería que fuese sola.
Creo que fue la primera vez en el tiempo que nos conociamos que caminabamos en silencio. Recuerdo que a pesar de ser un trayecto bastante corto, parecía que nos encontrabamos a kilometros de distancia y en todo ese tiempo no fui capaz de mirarla ni una vez por miedo a que mis palabras saliesen sin permiso de mi boca.
No podía más que pensar en lo estúpida que parecería diciéndole las cosas que pasaban por mi cabeza, ella le tenía a él, era lo que quería, era lo que le gustaba...
Llegamos a casa, me preguntó por cuarta vez que me pasaba y por cuarta vez recibió silencio como respuesta. Cogió mi mano y me obligó a mirarla. No recuerdo exactamente que me decía, creo que mi estado en ese momento no atendía a ninguna razón y mi cuerpo sólo deseaba desaparecer.
La luz del descansillo se apagó. Su mano seguía sujetando la mia. No pude evitarlo, rodeé su cuerpo con mi brazo, la acerque a mi. La oscuridad me protegía en parte de la vergüenza que estaba sintiendo pero ya no podía dar marcha atrás. Ella callaba.
Busque su respiración, que ahora era más acelerada y junte mis labios a los suyos esperando un rechazo casi inmediato. Ella aceptó mi beso, entreabrió su boca y nos dejamos llevar mientras la apretaba fuertemente contra mi. Ella me soltó la mano, creía que me apartaría y me pediría explicaciones, pero no fue eso lo que ocurrió. Su dedos se entrelazaron en mi pelo y continuo besándome mientras acariciaba mi cara. Si hay una sensación que jamás podré olvidar es la que en ese momento me recorría el cuerpo, mi corazón queriendo salir de su pequeño espacio corporal, las ganas de fundirme con su piel, de besar cada centímetro de su cuerpo, la sensación de que el tiempo se había parado y las ganas de que nunca se volviese a poner en marcha...
Separó su cuerpo del mio, sus labios de mi boca y quedamos vendidas a la oscuridad. Cuando quise reaccionar, encendí la luz y ya no estaba.

martes, enero 10, 2006

Cap. 8. Año nuevo, vida nueva?

Pues ya está aquí el nuevo año. Para muchos, esperanza de conseguir lo que se anhela, para otros, la oportunidad de mejorar lo que no se pudo mejorar en el año anterior.
Para mi, la oportunidad de comenzar una nueva vida que dejaré perder de nuevo... porque no la quiero tener. No quiero obligarme a aceptar ese dicho si no me apetece, no quiero dejar de llorar sin que mis ojos decidan hacerlo. Cuando esté preparada esto cambiará, cuando esté preparada...

Recuerdo que al final del verano nos habíamos juntado una pandilla bastante grande, unos 8 o 9 amigos. Ese verano había sido maravilloso, estabamos siempre juntas, opinabamos sobre este chico o el otro. Ya sabeis que cuando se tiene 15 años te fijas en todo y en todos, es la edad de empezar con los tonteos y con las miradas tímidas hacía las demás personas.
Al comenzar el curso, el chico que me gustaba me pidió salir (que tierno era entonces todo).
Estaba tan emocionada que no encontraba el momento de ir corriendo a contárselo a Carolina. Nos juntamos en nuestro banco del parque y se lo conté.
En ese momento, cuando se le llenaron los ojos de lágrimas no lo entendí, pense que era de felicidad, sin embargo, pasado un tiempo, supe que lo que sentía era todo lo contrario. Me abrazó mientras aun lloraba y me dijo que se alegraba. Noté un escalofrio cuando la sentí rodeándome. Se apartó, me miró a los ojos y me preguntó:
- ¿Eres feliz?
- Sí, claro que lo soy.
- Eso es lo único que me importa, nada más.

Y volvió a abrazarme.

jueves, enero 05, 2006

Cap. 7. Reyes y deseos

Esta noche se acercarán los reyes a tu casa y te entregarán muchas de las cosas que has pedido.
Mañana por la mañana despertaré con un regalo a los pies de la cama que no es el que quiero pero... hay que perdonarles. Mi regalo es imposible de obtener.
Que raro se hace elegir regalos para ... mi. Hace años que no lo hacía, muchos años. Por supuesto sigo eligiendo regalos para mis padres, hermanos... pero llegó un momento que dejé de comprar regalos para "me" y comencé a comprarlos para "le". Los cambios de pronombre sientan bastante mejor.

Nuestros reyes fueron siempre algo "predecibles", por lo menos por mi parte. Ella era incapaz de guardar esos secretillos en los que se basan los regalos. Siempre terminaba diciendo lo que me había comprado y no precisamente porque yo se lo preguntara. Disfrutaba tanto haciendo ese teatro, ese aparente descuido para que se le escapara lo que ya estaba envuelto.
Se reia mientras sacaba de su escondite el paquete guardado con recelo ( más o menos 2 días antes ) y me miraba pidiendo a gritos sin una sola palabra que yo hiciera lo mismo.
Sin embargo mis reyes eran puntuales y llegaban siempre la noche correspondiente a su trabajo. En tantos años jamás se despertó mientras colocaba sus sorpresas, jamás notó mi ausencia de la cama para ayudar a los reyes y nuncá ví una sóla nota de decepción en sus ojos tras rasgar el papel.
Te echo de menos.