martes, febrero 14, 2006

Cap.11. El día de San...

Que curioso, me parece que los días como hoy tenían que estar legislados. Sé que parecerá una locura pero, debería existir una ley que pudiese aplicarse a las personas dependiendo de su estado actual para ser llevada a cabo en un día como hoy.
Imaginaos una máquina que a través de un beso pudiese saber lo enamorados que estamos de nuestras parejas y así, dependiendo del resultado nos facilitarían una lista con los mejores regalos dentro del rango obtenido con nuestros labios. Y aquellas personas que obtuvieran puntuaciones bajas, además, se les atribuiría una consejera para recuperar el terreno perdido. Sólo se permitiría comprar algo a las personas que realmente lo quisiesen y hubiesen pasado el test de la máquina.
Pero, ¿por que concentrar parte de nuestro amor en un día como hoy? No comprendo a la gente que se guarda los "Te Quiero" para momentos como este, para días como este en lugar de utilizarlos a cada momento. No comprendo el amor que es una vela y se transforma en una verdadera pila de fuego sólo durante la noche y el día de hoy, como si la pasión y la entrega fuesen un cuento infantil cuyo hechizo se rompe al llegar la medianoche para volver a convertirse en llama que nace de la cera.
No comprendo a la gente, no comprendo el amor, ni los corazones, ni las pasiones. No comprendo el amor en una caja de bombones bien envuelta, no comprendo el amor en un ramo de rojas rosas cuando se prefieren las margaritas.
No comprendo que el amor se convierta en algo comercial.

Recuerdo nuestro tercer San Valentín. Ella me regaló una botella de vino. Yo no entiendo mucho, pero a ella... le encantaba. Me comentó que la botella valía mucho dinero y que le había costado mucho encontrarla. Yo la regalé una carta.
Le pregunté porque me había comprado una botella de vino y ella me contestó que necesitaba regalarme algo que se disfrutara y desapareciera. No quería arriesgarse a que si un día pasase algo, nada me recordara a ella. Cuando dimos el último sorbo, ella me abrazo y me dijo "ahora lo disfrutaré mientras navega dentro de tí".
Yo le entregué mi carta, la leyó y la quemó para que eso tampoco causara daño en un futuro.

Ahora no sé si ella sabía algo que yo desconocía o que realmente creía en que los recuerdos físicos aumentan tu dolor. Nunca lo sabré.